SUEÑO O REALIDAD (TERCER PREMIO)

MANDALA



Todo soñador tiene un sueño, todo sueño tiene esa esencia que hace que cualquier soñador no quiera volver a despertar, todo despertar tiene esa tristeza por volver a la realidad y, toda realidad, tiene esa esperanza de poder volver al hermoso mundo de los sueños, aquel donde cualquier cosa puede suceder.
Una fórmula matemática, mandamientos tontos y sin lógica, el destino nos prueba, quiere enseñarnos el sueño que queremos en verdad, cual ojo que nos observa desde el infinito guiándonos como títeres, sellando nuestro futuro y guardándolo bajo llave. En el mundo de los sueños, ese ojo llamado destino es ciego, no nos puede controlar, creamos nuestro propio camino sin dejarnos influir mientras olvidamos la realidad donde tenemos las manos atadas y la boca sellada.
Ese es el único lugar donde podemos vivir sin prejuicios ni obligaciones, donde podemos vivir en nuestra película favorita o junto a nuestro amor platónico, donde suena nuestra canción favorita, donde podemos inventarnos nuestras propias historias, historias donde somos los protagonistas y todo sale como lo planeamos. Lamentablemente no siempre todo está pintado de rosas, arcoíris color pastel y decorado con purpurina.
Todo lugar tiene sus defectos y este no es la excepción. Igual que podemos entrar las personas, entran la ira, la culpa, la envidia, el miedo y todos esos amargos sentimientos que el ojo del destino nos envía para manipularnos y arruinarnos nuestro mundo de ensueño convirtiéndolo en la peor de las pesadillas. En ese mundo somos como un libro abierto para esos sentimientos que están preparados para acabar con nuestra paz y tranquilidad y arrancar, arrugar e incluso destruir todas nuestras páginas. Nosotros también podemos defendernos y contraatacar, simplemente no hay que dejar que esos sentimientos nos consuman y acaben haciendo cenizas nuestro pequeño paraíso alejado de la realidad donde no hay nada imposible.
No podemos darles la espalda e ignorarlos tan fácilmente, tampoco podemos prenderles fuego ni huir lo más lejos y rápido que podamos, sin embargo, armándonos con valor, alegría y ganas de vencer, podemos plantarles cara, intimidarlos y hacer que se vayan. Hacer que el miedo sienta terror, hacer que la ira sienta tristeza, que la envidia nos tenga envidia por ser fuertes y valientes, hacer que el ojo del destino se sienta débil al no poder controlarnos y que nosotros mismos nos sintamos como si no nos importase si volvemos o no a la realidad, simplemente viviendo el momento en nuestro mundo de ensueño, disfrutando de él mientras podamos, y aferrarnos a él siempre antes de tener que marcharnos.
Estudiar y trabajar, sin un minuto de descanso, sin ninguna escapatoria, esa es la cruda realidad, la realidad donde no somos héroes ni princesas, donde la única música que suena son los motores de los coches por las calles, donde no podemos elegir libremente nuestro camino, donde no todo el mundo se lleva bien, donde simplemente puedes rezar para poder volver pronto a casa y dormir un rato para volver a soñar.
Una rutina que se repite, "que aburrido" repetimos una y otra vez sin importar el contexto, pero más aburrido sería vivir sin esta rutina, sin las ganas de volver al divertido mundo de fantasía, sin ella nos aburriríamos de nuestro mundo de sueños. Puesto que no hay verano sin invierno ni día sin noche, tampoco puede haber sueños sin una realidad.
Después de todo, cualquier mundo de ensueño tiene un soñador, el cual tiene una realidad, la cual no es perfecta, ni divertida todo el tiempo, pero sin ella no habrían mundos irreales, ni soñadores que no quisieran volver a despertar, ni tuvieran que preocuparse por ello, entonces no tendrían nada nuevo ni divertido sin una aburrida realidad.
Dejemos la realidad como está.
CANDE 2ºB

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