De donde se pierden los pueblos. El murmullo de las dunas.

JEFE INDIO NOAH SEALTH


De donde se pierden los pueblos,
las costumbres, los recuerdos,
de ahí venía yo.
Solo me quedaba mi tierra
y mi fuerza para poder sobrevivir.
A la barbarie hecha por aquellos
que no respetaban las costumbres ni
las razas, me tocaba levantar
a mi pueblo, y no me quedaban
fuerzas para seguir adelante, así
que anduve hasta llegar
al final de las tierras de mis 
antepasados, para recuperar mi 
dignidad y poder volver, para
que juntos restableciéramos a
un pueblo, me arrodillé,
recé y estuve tres días hasta
que recuperé fuerzas, volví
y empezamos a trabajar
para reconstruir lo que otros
habían quemado y destrozado
en nombre de quien quería
solo riquezas.
Y cuando hube restablecido
todo aquello de donde venía,
volví aquí, a este lugar, donde
la tierra es solo tierra, para
dar las gracias por volverme
a dar la fuerza de poder
ser un buen líder.
                                                                                                     Mila


EL MURMULLO DE LAS DUNAS 
POR: EMILIA  2º A 


Un rey quería conquistar el desierto haciendo una guerra inútil, como todas las ideas que amputan el desierto de almas ajenas.
Construyó un campamento bien guarnecido en medio del desierto, en alerta del enemigo indeseable.
La espera se retardaba y la impaciencia gateaba por el cuerpo de la tropa. Los días transcurrían como el espíritu de los que no quieren combate con sus semejantes . Nadie quería estar allí, nadie pretendía la guerra, salvo el rey impertérrito. Pero un día, cuando se levantó para dar la orden de atacar al enemigo, de repente, se desató una gran tormenta de arena que hizo desaparecer a todo el ejército, quedando sólo el rey.
Atónito con lo que estaba pasando, el rey empezó a caminar por esa arena infinita, bajo un furioso temporal de viento extraño, sofocante, sin atisbos de sol y con resplandores cegadores. Perdió la sensación del tiempo y del espacio y sin saber hacia dónde ir. Se dio cuenta de que la esperanza de salir de allí,  no era muy buena.
Empezó a escribir mensajes de S.O.S en las arenas por donde quiera que pasara, por si alguien lo veía y le podía ayudar a salir de allí.
Pero el viento borraba con voracidad aquellos tenues surcos, luego probó a grabar en las duras rocas nuevos mensajes de auxilio, aunque también con los años, los silbidos del aire cauterizaban las letras temblorosas.
Después de todo y viendo que no hallaba respuestas, construyó unas pirámides con las gigantescas piedras que  encontraba a su paso, plantándolas en el suelo.
Cuando andaba por el desierto, errabundo y aturdido, de pronto halló en la lejanía la sombra dispersa de un hombre que se tambaleaba, y corrió a su encuentro, para ver si le podía ayudar a salir de allí.
El hombre le dijo que le ayudaría pero primero le tenía que contar una leyenda, el rey lo escuchó muy atento.
El hombre empezó diciendo: - dicen que las dunas de arena ¨murmuran¨con el pasar del viento, y que hablan con los mortales en el desierto, desarrollando en ellos poderes sobrenaturales. Para que se puedan ayudar a sus semejantes y convivan en paz y armonía con ellos-.
Resulta sobrecogedor escuchar los relatos que pueden llegar a descubrir esas dunas. La idea de la áspera y la inclemencia del clima lo derrumbaban, pero a la vez lo atraía profundamente y se afanó en su viaje.
Llegó por fin a la ola del desierto, sólo, casi desnudo, pobre, sin habla y sin posibilidad de retornar a su querido país. Cuando ya no le quedaba una gota de agua, se tragó sus lágrimas con orgullo y valentía.
De repente, sin darse cuenta, empezaron a salir las cosas bien y pudo volver a su casa, con su familia y amigos.
Hasta su muerte llegó a ser un hombre respetable, cuando contaba sus historias sobre el desierto y sobre lo que soñó de él .
Todo es posible, la magia impregna la cultura del desierto y nada sabemos de su remoto pasado. En todo caso, es cierto que en estos parajes lo excepcional se convierte en cotidiano, como la vida misma.











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