III EDICIÓN LA LUZ QUE ME INSPIRA...
El pasado 5 de noviembre se entregaron en horario lectivo los premios de la III edición del Certamen Literario La luz que me inspira...
Las ganadoras han sido:
- Categoría Competencias Básicas: María Gil Carrrión.
- Categoría ESPA: Elsa Llambo Anchatuña.
- Categoría Pruebas de Acceso: Juani Osete Gómez.
ALGODONES
HOMENAJE A MI PUEBLO
Hace algunos años en este pueblo yo nací,
del que orgullosa me siento y en el que soy muy feliz.
Mi pueblo se llama Jumilla, jamás de él me separé,
aquí crecía y crecía y aquí me hice mujer.
Yo nací en una calle, quizá de las más antiguas,
tenía tres metros escasos, pero una calle bonita.
Mi calle es Acomodadas, así es como la llamaron,
se encuentra entre Santa María y la iglesia de Santiago.
Cerca de Santa María estaban los lavaderos,
que yo frecuenté bastante,
bajaba a lavar de la mano de mi madre.
Estos lavaderos se conocían por Los Caños,
había un pilón muy grande donde paraban los carros
y bebían los animales.
Y no olvidemos Santiago, monumento real
que merece tener el nombre de pequeña catedral.
Recordemos nuestro monte tan nombrado y tan bonito,
al que Jumilla hace honor a nuestro santísimo Cristo.
Este monte con el nombre de abuelica Santa Ana
y esos padres franciscanos por su labor tan humana.
El castillo, los museos, los jardines, su gastronomía,
sus vinos...
Esa Semana Santa con sus venerado Cristo,
todo esto me hace gritar: ¡Olé, mi pueblo bonito!
Jumilla está adornada de cosas que son muy bellas,
que la hacen diferente
y su perfume lo da su buen vino y su buena gente.
Jumilla es un pueblo noble y con gran historia
que merece un homenaje y recordar bien sus memorias.
Por eso me he decidido a escribir esta poesía y en ella
me he inspirado para hacerles un homenaje
a Jumilla y sus jumillanos.
MARÍA GIL CARRIÓN (COMPETENCIAS BÁSICAS)
MONASTRELL
CORTIJO Y ENCINA
En una noche llena de estrellas que dan color al cielo, en una montaña hay un árbol de encina lleno de vida, hermoso, con su tronco grueso, sus ramas cargadas de hojas verdes... Tiene amigos a su alrededor, lo vieron crecer, veían como cada día le salían ramas por cada lado de su tronco, sus hojas, por la noche disfrutaba más al ver el cielo que está cargado de estrellas.
Las noches como esa la emocionaban mucho, porque se sentía alegre, movía sus ramas como si bailaran, hacía un ruido tan hermoso al moverse, tenía un amigo que siempre ha estado con ella, que es el cortijo.
El cortijo le dijo:- Encina, ¿por qué estás alegre? Y ella le contestó: -Es una noche de iluminación y la tengo que disfrutar. Entonces el cortijo invitó a todos los animales que vivían en la montaña, especialmente a los ratones, a quienes les gustaba la bellota de la encina.
Iba pasando la noche y cada vez eran más los animales que venían a verla bailar con sus ramas, la encina agradecía a los animales por acudir a la montaña donde estaba ella.
En una noche cálida de verano, la encina veía que se acercaban a ella, pero no sabía quién era. De repente, mira y ve que es una persona que está caminando por el campo, le dice al cortijo: -Tenemos visita, alguien viene a vernos.
Era una mujer que estaba subiendo a la montaña a ver que podía encontrar en el cortijo, la curiosidad era tan grande que se acercó y observó que era de hace muchos años, pero a pesar de ese tiempo, estaba en muy buen estado, mira a la encina que es tan hermosa y la acaricia, diciéndole que es un árbol grande, que tiene muchas ramas y en los días de calor le da sombra al cortijo para que no se vaya destruyendo.
La encina y el cortijo eran grandes compañeros, siempre estaban juntos y muy unidos.
Así pasaban los días, cada uno disfruta de su amistad, de su alegría y de las noches estrelladas que les dan más vida.
La montaña agradece poder estar junto a ella, ser una magnífica compañía para todos los que viven en la montaña y ser unos grandes amigos.
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